jueves, 3 de diciembre de 2009

De leer, traducir y soñar.





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En estos días, en Historia De La Traducción vimos cómo la traducción ha sido una de las causas más grandes de luchas y masacres religiosas (Además de otros actos destructivos de temas variados). Ciertamente esto de “Traduttore, traditore” del dicho italiano está bien ganado. Sin importar los esfuerzos en estudios traductológicos y terminológicos, ni los avances en traducción automática, los miles de corpus o de memorias de traducción; la traducción final está siempre en manos del individuo, del traductor, de lo que piensa y de lo que se le de la gana de hacer con el texto a traducir. Por ejemplo, Borges decidió que traducción incluye hacer el texto lo más cercano posible para el publico de llegada, así esto significara cambiar locaciones extranjeras del texto… en fin, todo esto y un par de obligaciones académicas me dieron ganas de ver que clase de traductora soy en algo que no tenga que ver con textos ya traducidos mil veces por otras personas. Empecé entonces a traducir cosas de personas que conozco y del folklore colombiano… pero lo cierto es que todavía me cuesta darle algo del sabor original a las traducciones autóctonas, y ni idea si mis otras traducciones se sentirán en algo como lo que escribió el autor. ¿Cómo traducir todos los detalles intertextuales? ¿Como hace uno para pensar en una lengua lo que otra persona pensó en una lengua distinta?



En cuanto a leer y soñar, mi admiración será siempre para cualquier escritor capaz de hacerme recordar lo que dijo Alfredo Conde: “ser escritor es robarle vida a la muerte”. Desde el momento en que leí esa frase, me di cuenta de la razón por la que leo, para ver y vivir todas esas vidas y lugares que yo no puedo imaginar, pero que de algún modo existían en alguna forma de inconsciente colectivo mundial del que en circunstancias normales solo veo los bordes, las esquinas.


He estado pensando que tal vez siempre miro todo desde el mismo ángulo, y de manera distraída… siempre he pensado que la realidad en la que se vive de manera consciente es extremadamente aburrida, que todo pasa siempre igual, pero también pienso que soy muy descuidada, así que como puedo saber yo si todo es aburrido? Ese es el problema con el prejuicio, que tal que me esté perdiendo de más de lo que me imagino? Y hablando de imaginar… para mí el soñar, ya sea dormida o despierta, siempre ha sido necesario, la forma de vivir que más disfruto. Pero teniendo en cuenta lo poco que sé sobre realidades menos oníricas, lo cierto es que tal vez mis sueños sean un insulto a las posibilidades, a alguna forma de belleza que me niegue a mirar, a algún horror que no me atrevo a experimentar en carne propia… no es de cierta forma un insulto imaginar mundos y dramas para vivir en mi cabeza sin querer arriesgarme a vivir los que están al alcance de mis sentidos más básicos? Cómo puedo desear otras realidades y otras vidas, llenas de aventuras y cosas, si lo cierto es que de tenerlas en frente y con una intensidad mayor, lo más probable es que huya despavorida? Mi deseo es vivir tantas vidas como sea posible, pero si quiero que el juego del solitario salga algún día de mi cabeza, seguro es necesario un poco más de coraje.

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