
Es muy extraño cuando lo único que siente uno es pereza. Pereza de ir a clase de japonés, por supuesto, solo después del probado fracaso de mis esfuerzos, porque, ¿qué aburre más que no obtener lo que uno quiere?, pereza de llevar tanto tiempo haciendo lo mismo, que me encanta, pero que sigue siendo lo mismo y que el que me aburra solo puede adjudicarse a la inconstancia, que domina todos los aspectos de mi vida. Pereza al hecho de llevar veinte años de mi vida viviendo en la misma ciudad cuando el mundo es tan grande y mi tiempo tan limitado, pereza de esa idea que me sigue rondando la cabeza de que cualquier otro trabajo, cualquier otra actividad sería lo mismo, pero al menos sería un cambio, pereza de sentirme obligada a muchas cosas y mal cuando no las hago, pereza que ponga lo urgente antes que lo importante y que no esté leyendo cuando quiero leer, sino siendo ciudadano de esos que aportan, a la mierda con todo lo que uno tiene que hacer, con la sensación de estar desperdiciando algo, además del tiempo, y no saber que es, con esa especie de cansancio sordo que funciona siempre en el fondo, como una banda sonora, al cuerno con esa necesidad de ser mejor, de tratar, todo el tiempo, de buscar siempre tener un poco de sabiduría, y algo que hacer con ella, a todos los sueños y deseos que uno no parece saber como llevar a cabo sin crear muchos conflictos… a la idea de que lo que quiero no es para mi , a la falta de coincidencias necesarias, a la falta de aire, de tiempo, de ojos que miran para otra parte ,o desde otra parte, o más arriba, o más claro. A la necesidad de un propósito y a la falta de verdades absolutas, a la música que no puedo escuchar o que no puedo interpretar, todo lo que no soy y lo que me da miedo intentar, que se pudra todo, que pase alguno de esos sueños en los que las plantas mutantes nos quieren devorar, que se sepa que soy una mentirosa, que no hablo sino mierda y que tengo tantas caras como personas conozco, ¿a quién le importa? Por los siguientes 60 minutos, que todo no sea y ya después, que me aplaste o lo que sea, pero por un ratico, necesito poner el cerebro encima de la nevera y sentarme a reírme de nada.
1 comentario:
"...que se sepa que soy una mentirosa, que no hablo sino mierda y que tengo tantas caras como personas conozco..."
Esa frase es un espejo, bueno, cambiando el género de los sustantivos.
No sabía que estudiabas japonés, una sorpresa total.
Bueno, en materia:
1. Publique más seguido.
2. Sus ideas están muy bien, las comparto, de hecho son homólogas a las mías en muchos sentidos.
3. Uno no se puede aferrar a nada, todo se escapa. Creo que con el tiempo uno se acostumbra. Yo no me he acostumbrado, porque es precisamente el tiempo el que se lleva todo por delante. Cura y castigo es un mismo ítem...muy raro. En fin.
4. Saludos. Un gusto leerla.
Publicar un comentario