
En estos días me pasó algo bien interesante: estaba en mi casa escuchando música , distraída y medio dormida. No hacía sino pensar en salir, con la claustrofobia alborotada, y para mi irritación... nada que hacer. Así que me quedé donde estaba, casi dormida, cuando una canción de radiohead empezó a sonar, con cositas electrónicas por ahí mezcladas, como las últimas, y entonces cada beat empezó a crear gotitas en mi cabeza, como si mi mente fuera un lago enorme y estuviera empezando a llover lentamente. Cada vez que caía una gota, producía una ondulación de imagen en el lago, como ventanas a historias atrapadas en mi cabeza, pero solo lograba ver unos segundos de cada historia. Una calle empedrada, y una chica que mudaba de vida con cada nueva ciudad, un juego con freesbies-navaja, que cortaban cuerdas en medio de una tormenta de arena en la cancha, entre vítores y aullidos, unos pies subiendo unas escaleras mohosas en una antigua unidad residencial, un aire denso y especiado en un lago lleno de barcas-mercado, un grupo de de jóvenes salvajes, mitad caníbales mitad niños cansados y asustados, luchando por el trono de un colegio en ruinas, un cielo estrellado que danzaba al son de la creación de dos amantes, un mundo lleno de sombras oscuras y aterradoras, con suelos gélidos y rodillas temblorosas, una pasión demasiado desesperada, caricias urgentes y fuegos abrazadores, rocas rodantes que si agarraban moho, una sucesión de sabores extraordinarios como estrella, melancolía, paja y lluvia de abril e incluso algunas luchas entre morales y deseos. Después la canción se acabó, me desperté y lo único que se me quedó fueros las ganas de nadar...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario